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Politiko

Ancla 14
¿Qué hacer con Lenin?


15 de agosto de 2017

Ancla 13

Me han lanzado una alerta, cuasi roja: conspiro contra Lenin desde Madrid. Lo leí, en un mensaje de texto, llegado vía telégrafo, apenas abrí los ojos en una habitación de hotel donde lo que menos imaginé es que tuviera las condiciones, materiales y políticas, para acción de tal envergadura. Mucho más en estos tiempos que corren presurosos, vertiginosos y poco dados a la reflexión pausada y madura. Me sacudió el alma y me dije: ¿Cómo puede conspirar contra Lenin un leninista de pura cepa?

 

Y yo que me disponía a leer la última versión corregida y comentada de su ¿Qué hacer? Libro por demás sustantivo y sustancioso de su pensamiento más excelso, de ese que ya pocos asumen como una razón de vida. Son esas cosas de la vida que surgen de la nada, así como llegadas con el viento. 

 

Me propuse este año dedicarme a Lenin. Motivos hay y sobran. Toda la vida política me he considerado un leninista. A veces me incliné por el guevarismo, pero en el fondo siempre fui leninista. Y no olvido cómo llegué hasta él. Muchos no creerán que por esas vías se llega a un pensador revolucionario. Pero así es la vida y sus vericuetos: veía un documental sobre Chile. Para ser más exactos un documental sobre la violenta dictadura chilena, cuando apenas yo tenía once años de edad. En una secuencia un carabinero mira los libros regados sobre la calle después de un asalto a una casa de un dirigente, supongo yo que habría sido un mirista, y mirándole a los ojos a uno de los detenidos le muestra un ejemplar de ¿Qué hacer? Y le dice violentamente: “¡Esto deberías leer conchadetumadre antes que estar conspirando!” Toma el libro y se lo mete al bolsillo, como si fuese la ocasión de leer algo que valiera la pena en esos días azarosos para los milicos y sangrientos para los no milicos. Vi la escena, vi la portada del libro y supe que lo había visto en alguna parte. Efectivamente era el libro del más grande del siglo XX y lo localicé y me puse a leer. Desde entonces, supe también que leer a Lenin no era cosa fácil y supongo que el milico chileno después de abrir las primeras páginas habrá sentido una repulsión interior tan fuerte e incomprensible que le habrá provocado una diarrea insostenible.

 

Pero volviendo a la alerta de que conspiro contra Lenin, de verdad que me asusté. Le llamé inmediatamente a mi amiga Rosi y le comenté el asunto. Luego le escribí a mi gran amiga Valeria y me dijo no huyas, tranquilo. Más tarde recibí una llamada de Patricia y me dijo: confirmado, te buscan porque conspiras contra Lenin y me parece muy mal de tu parte. Entonces no me quedaba otra opción que llamar de urgencia a mi gran hermano y cómplice de casi toda la vida: Paco. Hermano, me dijo, es mejor que vayas con cuidado porque las cosas están feas. A todos ven con sospecha, hay un ambiente de susto y persecución que no te imaginas. Si te quedas por allá mejor, no hagas nada. No hace falta conspirar, solitos se van a caer, me advirtió antes de cerrar la llamada. 

 

Y yo aquí viviendo la vida más plácida y plana de toda mi vida. Me dije: debe ser un malentendido o me están confundiendo con otro (generalmente se confunde con otro, ¿verdad?). Suspendí por un momento la escritura de mi ensayo sobre el ¿Qué hacer? Y al mismo tiempo supuse que sería mucho más sensato homenajear a Lenin que conspirar contra Lenin. El mejor homenaje es leerlo y entenderlo, me volví a decir en voz alta, como últimamente hago cuando tengo angustias sobre mis actuaciones públicas.

 

Pero de verdad ya me preocupé porque conspirar contra Lenin tiene hoy por hoy unas secuelas y unas consecuencias poco agradables y mucho más si no cuentan con mi versión de los hechos. He dejado atrás la lucha política y me he dedicado al pensamiento positivo y pacífico. Lo juro. Imposible además conspirar contra Lenin cuando acaba de publicar su libro, que es la secuencia de otro llamado ¿Por dónde empezar?, de mayo de 1901. No se olviden quienes me leen que este último libro lo hizo inspirado en la novela homónima de Nikolai Chernyshevski. ¿Se acuerdan? Esa novelita tuvo hace poco y seguirá teniendo una influencia enorme en los revolucionarios. 
¿Y cómo voy a conspirar contra Lenin desde Madrid? El verano ahora ha sido bastante fuerte y me imagino que en Moscú estará igual o peor. No son épocas ni circunstancias propicias para una conspiración de verano desde Madrid. Quizá se equivocaron de mensaje, el telégrafo se dañó o el destinatario era otro. Por ahora mejor espero una llamada desde Moscú para confirmar hasta donde lo que será en el futuro la KGB se informa mejor de mis andanzas por Madrid antes que regar rumores de que conspiro contra Lenin. Porque de paso, como él mismo dice, en el primer capítulo de su ¿Qué hacer?, paradójicamente titulado ¿Qué significa la “libertad de crítica”?, si tuviese que conspirar sería desde la crítica, como corresponde y suscribiría las palabras de mi sacrosanto líder: “Quien no cierre deliberadamente los ojos debe ver por fuerza que la nueva tendencia ´crítica´ surgida del socialismo no es sino una nueva variedad de oportunismo. Y sino juzgamos a los hombres por el brillo del uniforme que se han puesto ellos mismos, ni por el pomposo sobrenombre que a sí mismos se dan, sino por sus actos y por las ideas que propagan en realidad, veremos claramente que la `libertad de crítica` es la libertad de la tendencia oportunista en el seno de la socialdemocracia, la libertad de hacer de la socialdemocracia un partido demócrata de reformas, la libertad de introducir en el socialismo ideas burguesas y elementos burgueses”.

 

Hasta ahí he dicho por hoy. Me retiro a mis cuarteles de verano para evitar cualquier sospecha de conspiración contra mi mayor líder y modelo a seguir: Vladimir Ilich Lenin.

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